martes, 27 de marzo de 2012

Confiar sin ver. ¿Cómo puede hacerse?



En términos humanos lo hacemos constantemente. Un ejemplo sencillo de ilustrar en este: Un joven sale de casa y queda en ella su madre y cuando viene en la noche no está pensando ¿qué comeré?, ¿Qué cocinaré?, Tiene la certeza de que mamá ha cocinado.

 
El joven tiene fe, una confianza ciega y absoluta en su madre como garante de su alimentación, quizá porque el 90% de las veces no le ha fallado en una promesa, porque no ha olvidado un cumpleaños, porque le cambio pañales, le atendió diarrea, se trasnocho calmándolo de una pesadilla infantil, quizá porque aun en las cosas que da por sentado (afecto, protección, ropa, juguetes, desayuno, almuerzo, cena, recordar el cumpleaños, etc.) esta mujer es infalible. En otras palabras, tiene fe en su madre porque la conoce.

Del mismo modo la fe, la confianza que tenemos en otras personas se basa en el conocimiento que tenemos de ellas, en la puntualidad e infalibilidad que tienen con los compromisos que asumen. En palabras de nuestros abuelos por si “tiene palabra”.

Creer en Dios no es fácil para aquellos que desean, que como con cualquier otro ser humano, sea posible verlo cara a cara, hablar con Él directamente, escuchar su voz. Olvidamos o ignoramos que sus atributos de pureza y santidad no nos permiten estar directamente en su presencia así como no tomamos en cuenta que una mente finita como la nuestra no puede comprender siquiera como concepto el hecho de que Dios es infinito, eterno, permanente. 


Si no le conocemos no podemos tener fe. Si no leemos Su palabra no podemos conocerlo, si no la ponemos en práctica no sabremos si “resulta”, si solo criticamos sin arriesgar o probar por nosotros mismos no reconoceremos Su fidelidad pues jamás nos habremos apoyado en ella realmente. Si no vemos como nunca nos falla no podremos reconocer su obra en nuestra vida, sino vemos en lo que damos por sentado (sol, luna, estrellas, oxigeno, gravedad) como venido de Su mano, entonces claramente no lo vemos cara a cara.

Dios siempre está:

Si vas por el camino viendo el paisaje, será irrelevante el estiércol que quizá pises en el trayecto. Si vas pendiente del camino, claramente todo el camino te parecerá estiércol. Si te concentras en lo que falta, si te concentras en el dolor, si te concentras en la escases, si te concentras en lo negativo, la vida será dolor. Si no niegas la realidad pero ves todo el cuadro verás que Dios es real y te es fiel.

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