Esta generación esta
indudablemente conectada a través de las redes sociales, miramos como bicho
raro a todo amig@ o conocido que no puede ser encontrado o contactado a través
de la tecnología; sin embargo, esta misma generación está catalogada como la que
con más frecuencia es afectada por la soledad, la ansiedad, la depresión y otro
problemas antes, aparentemente poco comunes. Tal es la frecuencia de esto que
hoy en día los antidepresivos son medicados, incluso, para las personas en
dieta.
Las redes sociales volvieron
común conceptos, ideas, reflexiones y muchas otras cosas que antes solo se
podían encontrar dentro de un aula universitaria, en una conferencia
especializada, un lugar de prácticas de tipo religioso, etc. Infortunadamente
creo que esas reflexiones, conceptos e ideas tenían algo de lo que carecen las
redes sociales: un moderador, un orientador, o tan solo el hecho de ser un
momento nutrido por el contacto social no virtual. Tenían ambientes especiales
que las hacían especiales, hoy día son comunes y muchas veces parece que eso
les quitara fuerza, si todos pudiéramos volar, volar ya no sería especial.
Hoy en día veo las redes sociales
llenas de amarillismo, crueldad, cinismo y pesimismo, de supuestas campañas en
contra de diferentes formas de crueldad en las que, básicamente, publicitan
con fotografías la crueldad que critican, tristemente me contagie de esto y mi
vida se llenó poco a poco de pesimismo. Pocos se interesan por las buenas
noticias, todo es masacres, muertes, tortura, corrupción, depresión o chistes
burlescos unos de otros. Si no tuviera carácter, ya poco o nada creería en las
instituciones, si generalizará como la gente en las redes lo hace, creería que
todos los miembros de la fuerza pública me quieren matar, que todos los
pastores son ladrones, que todos los israelitas son asesinos despiadados y
todos los palestino son gente inocente. Creería que todos los políticos son perversos
excepto el beatificado Mujica, todo el que va a una plaza de toros es un
maldito que merece morir como el toro al que ve morir y Hitler podría ser buena
persona porque amaba y cuidaba como a hijos sus perros. Gracias a Dios por las
redes sociales que me han permitido estar en contacto con gente de casi todos
los bandos y he podido conocer que si miráramos más a la excepción quizá
veríamos que es más común de lo que pensamos y que el mundo es aún un lugar
lleno de esperanza.
Alguien me preguntó una vez
porque no venía ciertos programas nacionales de domingo en la noche, (supuestos
documentales) a lo que respondí “De negativismo y falta de fe ya tengo
suficiente, lo que necesitamos es saber de las cosas buenas que también pasan”.
Poco a poco pasamos más tiempo
frente a una pantalla y menos frente un verdadero rostro humano, y con razón, ¿Quién
querría salir a buscar contacto humano en un mundo lleno de balas perdidas?
Este año he decidido que veré películas con amigos en sus casas y ellos en las
mías, que iremos a trotar a los parques cercanos a sus casas y les mostrare las
zonas deportivas de mi sector. El miedo no puede definir mi vida más allá de lo
que yo le permita y los que nos llamamos “buenos” hemos perdido mucho terreno
por el simple hecho de la paranoia de que seremos los ganadores de la bala
perdida de la semana. Yo ya no juego más a eso, vine al mundo para conocerlo,
reconocerlo y afectarlo, no ha esperar mi muerte en una capsula de supuesta
seguridad que llamo casa.
Que internet me sirva para expandir
mensajes como este. Que las redes sociales multipliquen mensajes de motivación
real.
Hace un par de semanas internet se
llenó del pesimismo burlesco de los propósitos de año nuevo que por supuesta estadística
no cumpliríamos. Imágenes jocosas de gimnasios que habrían de llenarse el primero
de enero pero que estarían vacíos una semana después; chistes sobre las dietas
que durarían una semana o los planes de escribir un libro o de cambiar el mundo
que morirían ahogados por la rutina laboral de la amargura con la que la
mayoría parece identificar su quehacer o su estudio.
Mi punto es este: Nos hemos
conectado para compartir…compartir pesimismo y como dicen muchos avisos en
internet “Fe en la humanidad perdida” y si bien necesitamos un sentido de la
realidad no debemos caer en que la realidad es mala pues eso le añade un juicio
de valor. La realidad se define a sí misma, es la realidad, no es buena, mala,
pesimista u optimista, cada quien la interpreta según sus planes, expectativas
o situación “socio-sentimental” del momento.
La realidad son hechos y por
tanto se define ella misma.
Pesimismo u optimismo son entonces
alternativas y al ser alternativas significa que puedes escoger. Yo elijo creer
que quien realmente quiere hará la dieta y no dejará el gimnasio, que quien se
lo propone de corazón podrá completar sus metas de año nuevo. Entre continuar
triste por un gobierno mediocre elijo orar por él, basta ya de pesimismo con mi
país, mi negatividad no le sirve y mi optimismo al menos me cambia el estado de
ánimo a mí. Si me mata la bala perdida pues que me encuentre disfrutando de una
limonada en un día soleado en medio de un parque. No consideraré más como
normal los casos de corrupción, de soborno a los oficiales de la ley y los
empleados. Elijo ser positivo, crédulo y coherente…el mundo no cambia por mis
criticas ni mis palabras, cambia por mis acciones y si mis acciones no son
suficientes para cambiarlo entonces al menos le harán obstáculo en su avance a
todo lo malo que quiere apoderarse de el.
Vivan los propósitos de año nuevo,
se que puedo y quiero cumplirlos.
Francisco Leonid Riaños Manzano
Basado en:
Juan 16:33
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.